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¡¡Pokemon!! (8)
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¡¡Pokemon!! (8)
Bueno, dejo el resultado de muchas discusiones con Lewis ^-^
Iremos subiendo más capítulos, los pondré en nuevos post, no obstante iré editando el primer post para que los tengáis todos juntos (si tenéis opiniones, por favor darlas, así podré restregarle que tenía razón xD)
CAPÍTULO 1
Iremos subiendo más capítulos, los pondré en nuevos post, no obstante iré editando el primer post para que los tengáis todos juntos (si tenéis opiniones, por favor darlas, así podré restregarle que tenía razón xD)
CAPÍTULO 1
- Spoiler:
- CAPITULO 1
Estiró todos los músculos intentando desperezarse. La luz suave del sol creaba una fina capa cálida sobre todas las superficies que iluminaba, incluyendo la piel de su cara.
No perdió más tiempo y en un instante se reincorporó, con una sonrisa en la cara y bajó de su cama. Cruzó su cuarto con un brillo en la mirada y se detuvo delante de una considerable caja que se resguardaba entre su escritorio y su armario.
Miró dentro y ahí estaba, dormidito, “o dormidita” pensó.
Alargó el brazo y acarició las plumitas que le sobresalían de la frente. El pequeño pidgey agitó la cabeza sin abrir los ojos, mientras hacía un coqueto gruñido.
Maggie le dejó descansar y bajó corriendo a la cocina. Apenas se dio cuenta de que se cruzaba con su madre cuando esta la saludó.
Dijo un hola rápido y abrió un armarito para sacar de él el pan de molde. Cogió un gran cuenco que llenó de leche fresquita y haciendo equilibrios para que no se derrame se metió el pan debajo del brazo y subió las escaleras de nuevo hacia su cuarto.
Era la primera vez que un pokemon dormía en aquella casa, Maggie sabía que no era suyo, pero tenerle ahí la llenaba de energía.
Se sentó delante de la caja y dejó la comida en el suelo.
Acarició de nuevo al pidgey, esta vez con mayor insistencia, y el pequeño volador abrió los ojos perezosamente.
-¡Buenos días!-dijo con una sonrisa en la cara.
El pidgey agitó su ala, la que no estaba dañada, y se levantó sobre sus dos patas.
-Traigo el desayuno.
El pokemon empezó a dar saltitos mientras piaba de forma rápida y corta.
-Tranquilo, tranquilo…-dijo, mientras cogía un trozo de pan y lo mojaba generosamente en el cuenco de leche.
Introdujo la mezcla en la caja y el Pidgey empezó a picotearlo, mientras tragaba lo más rápido que podía.
En apenas cinco minutos el pokemon ya se había comido dos rebanadas enteras de pan y gemía pidiendo más.
-Ya es suficiente. No queremos que cuando se te cure el ala no puedas levantar el vuelo por una enorme panza.
El pidgey se enfurruñó, pero pronto cedió ante las caricias de la chica.
Se acercaban las doce cuando sonó el timbre de la casa.
El pidgey se recogió asustado en una de las esquinas de la caja.
-Tranquilo, solo es Idrik.
Eso no hizo que el pokemon se tranquilizara.
La chica bajó corriendo para abrir la puerta, y efectivamente, era él.
Olvidando saludar, el chico no hizo más que preguntar por el pokemon extraviado.
-¡No le atosigues Idrik! Ya ha empezado a cogerte miedo.
-¡No le atosigo!-dijo-¿Pero está en tu cuarto verdad?-dijo mientras salía corriendo hacia el.
-Claro, no le atosigas…-susurró la chica con cara de desesperación.
Subió lo más rápido que pudo, y cuando entró en su cuarto vio a Idrik con el pokemon en brazos, esquivando con una sonrisa los picotazos del mismo, fingiendo que no se daba cuenta del ataque.
-Idrik… déjale en la caja.
El chico la hizo caso, no sin poner cara de pena.
-Creo que prono estará bien.-informó la chica.
Eso no animó a Idrik, una vez se curara se iría, y no volvería a verle.
Maggie le vio, y acercándose a la caja le dijo:
-¿Es que no quieres verle volando feliz?
- Si… quiero… pero… me siento tan culpable por haberle hecho daño y… me encariñé mucho con él… - dijo el chico mirando hacia abajo con cara triste.
Idrik miró la caja y al pidgey que estaba contra el otro lado de la caja con las plumas todas levantadas mientras le chillaba.
Maggie cogió al pokemon entre los brazos y lo acunó lentamente hasta que este se quedó dormido profundamente.
- Deberías de no ser tan efusivo con él. Al fin y al cabo le rompiste un ala de un balonazo – dijo ella en tono de reproche mientras miraba al pidgey.
- ¡JO! No me eches la culpa… yo despejé el balón… no pensé que ningún pokemon volador pasaría por ahí… - dijo Idrik mientras se recostaba medio enfurruñado en la cama de la chica.
Ella meneó la cabeza y dejó a Pidgey en la caja.
– Venga vamos a dar una vuelta mientras esperamos a que duerma – y dicho esto le agarró de un brazo y tiró de él para levantarlo.
Idrik se levantó de mala gana y la siguió arrastrando los pies. Se sentía mal por haberle roto un ala al pobre pokemon y le gustaría poder compensarle, pero le había cogido miedo y solo reaccionaba de forma agresiva hacia él.
- ¿Crees que algún día me perdonará? – le dijo Idrik a Maggie con voz pesarosa.
- Pues no lo se, es la primera vez que trato tanto con un pokemon tan de cerca… pero supongo que con el tiempo te perdonará – dijo ella con cara pensativa.
Salieron a la calle y empezaron a andar.
- ¿Tu crees que es macho o hembra? – preguntó Maggie.
- No lo se, habría que llevarlo al centro pokemon para que lo miren, pero no se… yo diría que es hembra, por lo rencorosa que es – concluyo Idrik asintiendo con la cabeza.
- Pues yo creo que macho y que realmente te ve como un posible competidor con las hembras de su especie – dijo entre risitas Maggie.
Tras un paseo por el pequeño pueblo por el cual pasaron por el centro pokemon para recoger algunas medicinas para pidgey regresaron a casa de Maggie a ver como estaba el pequeño pokemon.
-Seguro que ya se habrá despertado y ahora está picoteando cosas por tu habitación – dijo Idrik en tono de broma mientras soltaba risillas.
Entraron en la habitación y se encontraron un espectáculo que no se esperaban, el pokemon estaba batiendo las alas para intentar elevarse mientras corría por la habitación desordenándolo todo.
- ¡Pidgey! ¡Pidgey para! – empezó a gritar Maggie mientras corría detrás del pokemon - Pero no te rías y ayúdame – le recriminó a Idrik que estaba tirado en el suelo riéndose a carcajadas debido a la escena que estaba presenciando.
Tras unas carcajadas se levantó y saltó sobre el pidgey, pero falló y se estampo contra el suelo, volvió a reírse otro rato y empezó a correr junto con Maggie detrás del pokemon.
Tras muchas carreras, muchos intentos de atraparlo y muchas carcajadas, el pokemon y los dos chicos se cayeron agotados al suelo.
- Joder con el enano, no paraba de correr – dijo Idrik incorporándose un poco y viendo como el pokemon se metía de nuevo en la caja.
- Quizás no sea un chico sino una chica. – Dijo Maggie mientras intentaba levantarse – Me duele todo.
- Como para no, joder que paliza nos hemos dado para al final no pillarlo – dijo Idrik mientras sacaba la lengua.
Tras unos momentos de descanso ambos chicos se levantaron tambaleantes hasta la cama. Maggie cogió a pidgey y lo llevo hasta la cama con ellos y este se acurrucó a su lado apretujándose muy pegado a ella.
-¡A comer!- se oyó el grito por las escaleras.
Los chicos se habían quedado dormidos, pero el Pidgey pareció despertarse.
Se escapó de los brazos de la chica como pudo y bajó de la cama de un pequeño saltó que le hizo batir el ala mala. Apenas le produjo dolor.
El pokemon salió de la habitación siguiendo la voz que se repetía.
-¡Chicos, la comida esta lista!
El volador se situó delante de las escaleras y de un salto, aleteando todo lo fuerte que podía, comenzó a bajarlas estrepitosamente.
La madre de Maggie oyó el ruido y se dirigió a las escaleras. Vio al pequeño pidgey reincorporándose de la caída.
-Parece que eres el único que me escucha ¿eh pequeñín?
El pidgey soltó un gruñidito.
-Bueno, te lo has ganado.
La madre se dirigió a la cocina y en un cuenco echó guiso con muchas patatas. Se agachó y el pidgey ya estaba detrás suya para recibir la apetitosa comida.
Maggie movió el brazo para notar las plumas de su querido pidgey, pero se levantó alarmada cuando notó el vacío de su lado.
-¡Idrik!-le llamó, mientras le agitaba.
-¿Qué pasa?-refunfuñó el, aun con los ojos medio cerrados.
-¡Que no está!
Idrik tardó un momento en situarse hasta que echó en falta al plumífero. Para cuando se levantó de un salto la chica ya había salido corriendo de la habitación.
Bajó corriendo las escaleras. Miró en todas las habitaciones que había en su paso hasta que, cuando entró en la cocina, vio a su madre acariciando al pokemon mientras este comía.
Maggie se relajó momentáneamente, pero su corazón aun latía demasiado rápido.
En ese momento llego Idrik, también corriendo y se situó detrás de Maggie.
Ambos respiraban agitadamente.
-¿Tanto hambre tenéis?-preguntó la madre, sorprendida.
Los chicos pusieron cara agria, pero pronto fue sustituida por una sonrisa cuando observaron al pidgey intentando coger caldo con el pico.
Los chicos se sentaron a la mesa y no tardaron en terminar la comida.
-¿Le sacamos a dar una vuelta?- le preguntó a Idrik.
-¿Puede estando así?
-Claro que si. Además ya está mucho mejor ¿no?
El chico asintió con la cabeza.
Maggie subió a la habitación y rebuscando en la bolsa que había traído antes sacó la pomada para pidgey, quien no se resistió mucho ante la medicina.
Una vez aplicada la pomada decidió reducir las vendas a solo una capa de las mismas. Cuando hubo acabado el ritual, se agachó y le ofreció a pidgey subir a su regazo. Éste dio un pequeño salto y se acurruco contra su pecho.
Bajó las escaleras e Idrik continuaba hablando con la madre de Maggie.
-Listos.-dijo la chica.
Idrik se despidió amablemente y salió a la calle junto con la chica y el pokemon.
El día se había mantenido espléndido, y el pidgey miraba con autentica emoción sus alrededores.
-¿Qué te parece si vamos a que le hagan un chequeo al centro pokemon?- preguntó Maggie.
-Buena idea, así sabremos cuanto tardará en estar bien.-el chico seguía preocupado por el daño que le hizo, y estaba deseando que se recuperara.
Salieron a la calle y Maggie dejo al pokemon en el suelo. Mientras iban en dirección al centro pokemon el pidgey no dejaba de correr y aletear a la vez intentando elevarse consiguiéndolo a duras penas.
-No hagas eso mucho, a ver si te vas a hacer daño – le reprendió Idrik.
-Déjale, tiene que ejercitar el ala para que se recupere antes. –le dijo Maggie intentando calmarle.
El volador no dejo de aletear y correr durante todo el viaje, pero sin alejarse demasiado de Maggie.
-Dame un momento que voy a pasar por casa a por unas cosas. – dijo Idrik al pasar por delante de su casa que quedaba al lado del centro pokemon.
-Vale, te esperamos aquí. – le grito Maggie al chico que nada mas hablar había salido disparado hacia su casa.
Idrik entró de sopetón en casa, no había nadie salvo el ivisaur de su madre y el mightyena de su padre, Iv y Malo, los pokemon de su casa. Tras dedicarles un breve saludo subió disparado hacia su habitación y se puso a buscar de forma estrepitosa.
Tras más de 10 minutos Maggie se impaciento, y ella y su amigo pokemon entraron en la casa. No solía ir a casa de Idrik porque el mightyena de su padre era muy celoso en lo que a su labor de guardar la casa se refería, Iv en cambio era mas pacífico, pero no le gustaba estar acompañado por otro ser que no fuera la madre de Idrik o su amigo Malo.
Al abrir la puerta escuchó un gran estruendo procedente del piso de arriba. Pidgey entro corriendo en la casa y empezó a curiosear todo lo que encontraba.
Maggie buscó a los pokemon de los padres del chico y los encontró tumbados en el suelo a unos metros del pie de las escaleras. De repente Malo se puso agazapado dispuesto, preparando su cuerpo y con la mirada fija en el pequeño pidgey.
Maggie ahogó un grito al ver como el pokemon se abalanzaba sobre su pequeñín pero un látigo de hiedra atrapó a Malo en el aire y lo arrastró hasta Iv, que le hizo un gesto de negación con la cabeza y se acercó hasta el pequeño pidgey, el cual no se había enterado de nada porque estaba metiendo la cabeza en una bota de goma.
El ivisaur se puso a la altura del pequeño volador y le quitó la bota de la cabeza con sus látigos, a continuación cruzaron unos breves sonidos, como si estuvieran hablando, tras lo cual se pusieron a corretear por todo el salón.
Maggie respiro aliviada, y se fijo en que Malo estaba otra vez en el suelo echado. Se acercó hasta él con respeto y se acuclilló a su lado para acariciarlo. Estuvo un rato así hasta que escuchó un estrepito que bajaba por las escaleras. Era Idrik que bajaba corriendo.
-Vale, ya tengo lo que necesitaba, ahora vamos hasta el centro pokemon – dijo mientras cogía en brazos al desprevenido pidgey y salía por la puerta mientras Maggie le seguía.
-Adiós pareja – dijo el chico antes de cerrar la puerta.
El camino hasta el centro pokemon fue corto desde allí.
-Bueno, antes de entrar, esto es lo que cogí de mi casa. – dijo Idrik sacando algo del bolsillo y dándoselo a Maggie.
Maggie se sorprendió muchísimo, era una pokeball de color rojo completo, con la línea que separaba las dos partes de color blanco y el botón central de color negro.
-Pensé que quizás pidgey quiera quedarse contigo, así que me tome la libertad de fabricarte una pokeball personalizada para ti – entonces el chico bajo el tono y se acercó al odio de la chica – y para ello tuve que robarle unas cuantas cosas a mi padre. – dijo satisfecho.
Ella no parecía saber que decir así que el chico siguió hablando.
-Creo que deberías preguntarle a pidgey si quiere ser tu compañero y si quiere estar contigo. – dijo mientras miraba al pokemon picoteaba el suelo alrededor de Maggie.
Maggie siguió su mirada y le vio ahí, jugueteando como siempre.
-Pidgey…-susurró.
El pokemon levantó la vista, y con una sonrisa esperó a que la chica continuara.
La chica se acercó a él, le acarició la cabeza.
-Ya no necesitas esto.- la chica sujetó el ala del volador con cuidado y fue quitando poco a poco la venda, hasta que la extremidad quedó por completo al descubierto.
-¿Pid...?
El pokemon la miró extrañada.
-Puede que aún te duré unos días el dolor, pero apenas lo notarás, y seguro que ya puedes utilizarla para volar.-la chica sonrió tristemente.
El pokemon batió las alas despacio. Fue añadiendo velocidad hasta que se elevó unos centímetros del suelo.
En seguida deceleró de nuevo para descender y picotearse el ala que por primera vez podía mover libremente. Se estuvo unos minutos limpiándose el ala con el pico, mientras Idrik y Maggie le observaban con cariño.
Pero fue después cuando el pequeño pidgey fue consciente de lo que eso significaba. Levantó la cabeza de nuevo hacia Maggie, y agitando sus alas llegó hasta su regazo. Restregó su cabeza contra ella unos segundos y, picoteándola la mano hizo que ella soltara con un gemido la pokeball que sostenía.
Antes de que pudiese recogerla el volador la picoteó de nuevo, y un rayo rojo salió de ella rodeando al pokemon y reduciéndolo hasta introducirlo en su interior.
Maggie, aun sorprendida, observaba como la pokeball se balanceaba de un lado a otro, con el botón negro brillando con una luz grisácea hasta que unos segundos después se detuvo, haciendo un extraño ruido y se apagó el círculo negro.
La chica se acercó a la bola y la recogió.
Con una sonrisa en su cara, y una lágrima asomando por su ojo, la chica acercó la pokeball a su cara.
Se limpió la lágrima con la manga y gritó-¡Pidgey, vuelve!-mientras arrojaba la bola.
De nuevo esta se abrió y el mismo rayo le devolvió el tamaño natural al pidgey, que apareció frente a ellos, volando, mientras dedicaba una intensa mirada a Maggie.
Ésta corrió hacia él para abrazarle.
-Bueno bueno, ¿no íbamos al centro pokemon?-dijo Idrik, sintiéndose algo fuera de lugar.
-Si.-contestó Maggie.
Los tres se introdujeron en el edificio, donde una alegre enfermera de siempre extrañas coletas les recibió con una sonrisa en la cara.
-Bienvenidos al centro pokemon. ¿En que puedo ayudarlos?
Los chicos, acostumbrados a la amable sanadora, se apartaron para dejarle ver al pidgey.
-¿Así que este es al chiquitín al que habéis estado cuidando todo este tiempo?
-¿Pid?
El pidgey la miró extrañado.
-Pasa pequeño, veremos que tal te a tratado Maggie ese ala.
El pokemon miró a Maggie, que le asintió para que siguiera a la enfermera.
De un coqueto salto el pokemon subió a la camilla y, algo temeroso estiró el ala que tanto tiempo llevaba herida.
-Veamos…
La enfermera manipuló el ala con soltura, estirándolo y encogiéndolo.
-Vaya, parece que has hecho un buen trabajo.
El pidgey gruñó contento y a Maggie se le dibujó una sonrisa de orgullo en la cara.
-Oye, que yo también he ayudado.-refunfuñó Idrik.
Idrik salió rápido de la sala algo molesto mientras la enfermera y Maggie se quedaron en la enfermería hablando sobre el pequeño pokemon y sus cuidados.
Salió hasta la calle y un rattata salió corriendo como un poseso en su dirección y se ocultó tras sus piernas.
Un chico mal encarado y con cara de estar muy enfadado apareció corriendo detrás del pokemon gritándole sin parar.
-¡Eres un inútil! ¡Te voy a matar! – El chico empujó a Idrik a un lado y le pegó una patada al rattata, que era un poco mas pequeño de lo normal - ¡Te pille! ¡Te vas a enterar por volver a dejarme en ridículo! – cogió al pequeño pokemon con una mano y levantó la mano para ir a darle un puñetazo pero Idrik lo agarró del brazo.
-¿Qué demonios crees que estás haciendo? – le preguntó con un evidente gesto de odio en la cara.
-A ti no te importa. Este enano ya me ha hecho perder demasiado y me ha humillado demasiado – dijo mientras se zafaba de Idrik y soltaba al rattata.
-Eso será porque eres un inútil como entrenador – dijo el chico mientras notaba como el pokemon volvía a esconderse detrás de sus piernas.
-¡¿Qué?! – gritó el otro chico mientras se ponía en una postura amenazadora.
-Lo que oyes, además eres tonto, tienes un pokemon que no quieres y en vez de liberarlo le pegas, como si eso fuera a arreglar algo – dijo Idrik mirándolo con cara de odio – deberían de meterte en la cárcel por maltratar a este pobre pokemon.
El chico se empezó a poner rojo como un tomate y entonces intento pegarle un puñetazo a Idrik en la cara, que se echo para atrás, tropezó con rattata y se calló.
-¡Jajajajaja! ¡Eres tan patético como ese rattata! – Rio el otro chico – Bueno rattata, lárgate, no te quiero ver mas, nunca mas ¿me has entendido? Te libero – dijo el chico mientras se iba riéndose a carcajadas.
Idrik se levanto y vio con rabia y odio como el chico aquel se alejaba –Será idiota, tendrían que darle una lección a ese imbécil – pensó mientras se ponía de pie.
Intento moverse pero se encontró con que el pequeño rattata no dejaba de subírsele por las piernas con un evidente signo de felicidad.
-No me lo agradezcas, alguien tenía que hacerlo, la gente como él no merece estar con nadie que no le trate igual, estarás mejor en la naturaleza, con el resto de pokemon. – Idrik sonrió – Venga, vete ya eres libre. – y tras esto le esquivó y se dirigió de nuevo al centro pokemon.
Cuando estaba apunto de entrar no pudo reprimir una mirada hacia atrás para ver si el pequeño rattata se había ido, cuando se volvió y lo vio justo detrás de él se llevo una sorpresa.
-¿Pero que haces? ¿Estás herido o algo? – le dijo mientras se agachaba para ver si estaba mal.
Cuando Idrik llegó a la altura del pokemon este le salto encima. El empujón lo tiro al suelo y rattata se le puso encima y empezó a lamerle la cara.
-Vale, vale, sé que estas muy agradecido, pero deberías irte ya a la naturaleza, eres libre, tienes que irte con los tuyos – dijo Idrik mientras le dejaba en el suelo y se ponía de pie.
Al ponerse de pie el rattata le saltó a la mochila y le mordió uno de los bolsillos de donde cayeron varias pokeball de color negro con la línea de separación de las dos mitades roja y una calavera blanca con reborde rojo que estaba en el botón central.
El pequeño pokemon intento huir esquivando varias de las bolas pero una de ellas le impactó de lleno y esta le absorbió a su interior rodeándolo en un haz de luz rojo.
Idrik no se dio cuenta del incidente porque estaba quitándose la mochila para recoger y reubicar las pokeball y solo cuando ya le quedaba por recoger un par fue cuando se dio cuenta de que el rattata no estaba y la bola se movía.
Entonces, tal y como había pasado con el pidgey de Maggie, la bola soltó un pitido dejando de moverse.
La cara del chico mostraba preocupación, pero no pudo evitar mostrar un atisbo de alegría. Acababa de, para bien y para mal, capturado su primer pokemon.
El chico se agachó, cogió la pokeball y oyó como la puerta del centro pokemon se abría. Nervioso y algo asustado metió corriendo la pokeball en la mochila. Oyó a Maggie con voz dulce:
-Perfecto, como te dije.
El chico se dio la vuelta de una forma no muy disimulada. Decidió no contarle aún a Maggie lo del rattata, esperaría a llegar a casa.
La chica tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-Esta completamente sano.
-Cuando me alegro.-sonrió el chico.
-Así que ya podemos ir a dar una vuelta como dios manda… incluso…-la chica fue bajando el tono.
Idrik no la oyó.
-¿Qué?
-Que podemos…-repitió, aun inaudible.
-No te oigo Maggie.
La chica se acercó a su oreja, y esto le provocó un largo escalofrío por la espalda.
-Que por fin podemos adentrarnos en el bosque.
Maggie tenía razón, ahora tenían un pokemon con el que defenderse, pero aun así la idea no era muy buena. Pidgey aún tenía el ala algo cansada, y aunque pudiese moverse, no debía realizar demasiado esfuerzo.
-Mejor no abusemos de él aún. Además, será mejor que le entrenemos bien antes de que nuestra seguridad dependa de el.-rio.
-Cierto…
-Si quieres podemos ir a mi casa, al patio. Creo recordar que mis padres guardan algún que otro cachivache con el que podemos practicar con tu pidgey.-las intenciones de Idrik no era ni mucho menos entrenar a pidgey, sino sacar al rattata de su pokeball.
-¡Vale!-exclamó la chica.
Ambos fueron a casa del chico. La chica guardó a pidgey en su pokeball para evitar problemas con los pokemon de la casa de Idrik, y ambos fueron corriendo al jardín, cada uno con su propio propósito.
En cuanto llegaron Maggie sacó a pidgey de la pokeball, llena de orgullo.
Idrik pensó en como contárselo. Se concentró tanto en como describir lo que había pasado a la chica que pasaron los minutos sin que cambiara si quiera la vista del mismo punto.
-¡IDRIK!
-¿Qué?-dijo Idrik asustado.
-Llevo un buen rato llamándote. Dijiste que tenías cosas para entrenar, ¿dónde están?
-A si, eso.-dijo.
La chica le miró extrañada.
-Es que quería contarte algo antes…
-¿Algo?
El chico sacó las pokeball, y la chica le miró con una sonrisa. Pensó que era otro regalo para ella, para que ambos fuesen a capturar más pokemon, para que fuesen a vivir otra aventura.
Pero en vez de ofrecerle la pokeball, la lanzó, y de ella vio salir un pequeño, realmente pequeño rattata.
Maggie se quedo boquiabierta mirando al pequeño pokemon.
-Pe-ero… - no encontraba palabras para aquello que acababa de pasar.
-Veras… cuando salí del centro pokemon antes que tú… - Idrik le contó la historia de forma lenta y pesada remarcando que no había sido cosa suya ni nada por el estilo.
Mientras el chico hablaba, el pequeño pokemon no dejaba de correr alrededor de él totalmente feliz sin dejar de soltar grititos de alegría y sin dejar de pegarse a las piernas de Idrik.
Cuando terminó Maggie estaba tan atónita que no sabia que decir. Su cara tenía una expresión mezcla entre felicidad por ver como el rattata era feliz con Idrik de frustración porque ya no era la más especial de los dos y de sorpresa ante la situación.
Idrik se sentó en el suelo y empezó a acariciar al pequeño rattata que medía aproximada mente unos 15 centímetros, la mitad que uno normal, y que mostraba unos largos bigotes a los lados de su cara. El pequeño saltó sobre el regazo del chico y dejó que éste lo acariciara mientras se acomodaba.
De repente una luz roja salió del bolsillo de Maggie y pidgey apareció delante de Idrik y rattata, el volador se quedó mirando la escena con mucha curiosidad.
El pequeño normal miró al recién aparecido con mucha curiosidad.
-Venga, vete a jugar con él, que os vais a ver mucho de aquí en adelante – rio Idrik mientras dejaba libre a rattata de sus manos.
Maggie estaba con cara de no saber que hacer o decir, llevaba todo el rato sin saber que pasaba o que decir, ni si quiera cuando empezó a ver como rattata y pidgey empezaban a correr por todo el patio sin parar pareció reaccionar.
-Maggie ¿te pasa algo? – le preguntó Idrik preocupado.
-Si, estoy bien – contesto ella – es solo que… no se… ya tienes tu pokemon… ya no nos veremos tanto… - dijo ella triste.
-Tonterías – contesto el chico con una sonrisa – no dejaría de verte ni aunque tuviera que estar todo el día trabajando en la otra punta del mundo – y dicho esto Idrik se sentó a su lado y tiro del brazo de ella para sentarla.
Ambos se quedaron mirando en silencio a los dos pokemon que no paraban de jugar y correr.
Al principio solo corrían uno detrás de otro, primero el rattata de Idrik detrás de el pidgey de Maggie, luego al revés, así durante un rato, hasta que rattata choco con pidgey y este pio de dolor.
Maggie e Idrik miraron alarmados al pidgey pero éste se levanto rápido de un salto y empezó a perseguir de nuevo a rattata hasta cogerlo por la cola y levantarlo un par de metros por encima del suelo para luego volver a dejarlo en el suelo, tras esto pareció mantener una conversación entre ellos.
-Parece que se llevan muy bien ¿no? – dijo el chico mientras se echaba un poco hacia atrás.
-Si, parece que serán grandes amigos – contesto Maggie mientras le miraba.
-Seguro que tanto mis pokemon como los tuyos se llevaran bien siempre. Nosotros nos llevamos genial y seguro que ellos también. – dijo el chico de forma segura mientras se echaba del todo.
-No veo la lógica de lo que acabas de decir, pero yo también lo creo – rio ella mientras miraba a los dos pokemon correr uno detrás de otro.
Entonces Iv salió de la casa y se acercó a rattata y a pidgey y estos pararon. Al cabo de un rato de estar hablando Iv se fue de nuevo a casa y rattata y pidgey empezaron a correr de nuevo.
-¿Qué crees que les habrá dicho? – pregunto Maggie.
-No lo se – contestó Idrik.
Los chicos decidieron seguir divirtiéndose viendo como sus pokemon correteaban sin parar.
Así pasó más de media hora.
-¿¡Qué se supone que es esto!?
Los chicos se giraron alarmados y los pokemon chocaron por culpa de una repentina frenada.
La imponente figura de un hombre, apoyada por un mightyena firme y sereno asomaba en la puerta del patio con un gesto más que acusatorio.
Idrik puso los ojos en blanco, y se dio la vuelta de nuevo.
-¿¡Qué hacen estos pokemon en el jardín!?-gritó, de nuevo.
Maggie no supo que decir, simplemente tragó saliva, mientras reprimía los nervios, dejando una clara mueca de miedo en su cara.
-Son nuestros papá.- dijo Idrik.
-¿¡Cómo que vuestro!?
El Mightyena salió de detrás del padre de Idrik, y se dirigió gruñendo hacia el rattata que continuaba anonadado al lado de pidgey.
Idrik siguió ignorando lo máximo posible a su padre.
-¡Te dije claramente que nada de pokemon!
-Y yo te respondí claramente que haría lo que quisiese.
Idrik no quería que su rattata se llevara una mala impresión, así que decidió sacar su pokeball y llamarle de vuelta.
El padre observó, henchido de rabia, como su hijo portaba una de sus pokeball en la mano. Y aún más furioso le puso ver que la había decorado a su gusto.
-¿¡De donde sacaste la pokeball!? ¡Te dije que no las tocaras!
Idrik le dio la pokeball a Maggie, que aún seguía sorprendida por el tono de voz del padre de Idrik.
-Guárdala por favor.-la dijo suavemente.
Maggie cogió la pokeball y la introdujo en su mochila. Inmediatamente decidió resguardar a pidgey también. Lo metió en su pokeball y mientras guardaba la segunda bola en la mochila la abrazó con fuerza.
-Puedes irte si quieres… no espera nada bueno. Cuida bien de rattata, mañana iré a recogerlo.-le dijo con una sonrisa.
El padre de Idrik no le oyó, simplemente mantenía los brazos cruzados esperando una explicación.
Maggie salió de la casa, aún oyendo gritos por parte de ambos. No tardó en llegar a su casa. Subió tan rápido como pudo a su habitación, cerró la puerta y sacó a los pokemon de sus pokeball.
Ambos seguían sorprendidos como ella, pero decidió tranquilizarles.
-No pasa nada, siempre están igual.- forzó una sonrisa.- Venga que ya es tarde, todos a dormir.
Pidgey llegó a su caja de un salto y Maggie se cambió al pijama y comenzó a meterse en la cama cuando vio al pequeño rattata con los ojos abiertos como platos recogido contra una esquina del cuarto.
-Pequeño, no te asustes… Idrik –el rattata ladeó la cabeza.- Tu “dueño” volverá mañana, solo querías que descansases tranquilo. Puedes dormir al pie de la cama si quieres. –Maggie puse la cara más amable que pudo, pero el rattata se tumbó en la misma esquina en la que se encontraba y no terminó de cerrar los ojos hasta bien entrada la noche.
Por la mañana el timbre despertó tanto a Maggie como al asustado rattata.
-Es él.-le dijo.
Tras la discusión con su padre Idrik no se sentía bien, su padre le había dicho que nada de pokemon, que estudiaría y que jamás volviera a tocar las herramientas de trabajo de pokeball. Idrik pasó de él como siempre, simplemente le gritó cuatro cosas y se fue a su habitación, tras lo cual reparó la mochila y la preparó, no para ir a clase como pretendía su padre, sino para irse lejos, de aventura por el mundo.
Se levantó antes que nadie en su casa, acabó de preparar todo lo que necesitaba.
Llevaba bastante dinero, 49 pokeball propias, creadas por él, del mismo tipo que con la que había atrapado a rattata, comida para varios días, ropa de recambio y demás cosas que necesitaría en su viaje.
Nada más que se aseguró de que lo llevaba todo se vistió con una camiseta negra que llevaba estampada una imagen de un esqueleto de un Feraligatr en una pose agresiva, se puso sus vaqueros, sus botas de montaña y su chupa de cuero, se colocó la mochila negra a la espalda y bajó cuidadosamente hasta el piso de a bajo sin despertar a nadie.
Acarició a Iv con suavidad y el pokemon soltó un resoplido de satisfacción.
Pensó en dejar una nota diciendo porque se iba, pero al final decidió que ni su padre se lo merecía por dictador ni su madre por no intentar ayudarlo. Se despidió de Iv un poco más y se marchó no sin antes mirar a Malo con cara de odio.
-Además es un hipócrita, no me deja tener un pokemon pero el bien que tiene a Malo… Claro que sin él solo impondría la mitad – pensó divertido.
Así pues, salió en dirección a casa de Maggie. Nada mas salir por la puerta se empezó a poner muy nervioso. Antes de ir a buscar a su amigo fue al Centro Pokemon a comprar algunas medicinas de primeros auxilios; unas cuantas pociones y unos pocos restaura todos estarían bien para un viaje largo y tortuoso.
Cuando llegó a la puerta de Maggie tardó en llamar por el nerviosismo.
Al poco Maggie abrió la puerta.
-Hola… lo de ayer… ¿te riñeron mucho? – preguntó Maggie con cara de pena.
-Nada nuevo, las estupideces de siempre – contestó Idrik – ¿Dónde está? – preguntó mirando detrás de ella.
-En la habitación… está asustado… - contestó ella percatándose de la mochila. – ¿Vas a algún sitio? – preguntó extrañada.
-Algo así – contestó él – me voy de aventura – dijo encaminándose hacia la habitación rápidamente.
Ella se quedó quieta un instante intentando comprender lo que eso quería decir pero finalmente lo siguió tras cerrar la puerta tras de sí.
Idrik llegó a la habitación y la abrió despacio y vio al pequeño rattata que saltó sobre el en cuanto la puerta estuvo abierta del todo.
-Yo también te eché de meno pequeñín – contestó Idrik achuchándolo – y tranquilo, lo de ayer no va a volver a pasar, nos vamos a ir de aventura, tú te volverás más fuerte y yo estaré allí para ayudarte todo lo que pueda ¿vale Minirat? – le dijo mirándolo directamente a los ojos mientras Maggie se sentaba pálida en la cama.
Minirat se quedó de piedra durante un rato con cara como de horror, pero a medida que se perdía en la mirada del chico algo pareció encenderse en su interior, una llama que nunca había existido y tras un largo rato asintió con mirada decidida.
-Muy bien, pues que así sea, tú y yo, juntos en una aventura épica. – dijo el chico mientras lo ponía en el hombro.
-¿Te…te v-vas en serio? – preguntó con tono aterrado Maggie.
-Si – contestó el chico mientras recogía la pokeball de rattata de la mesa – pero antes quiero saber… ¿te vas a venir conmigo? – preguntó el chico con una mirada suplicante llena de emoción. – Porque no quiero dejar de verte todos los días… - dijo mientras se ponía rojo.
La chica multiplicó sus nervios por dos. Llevaba toda la vida con él, pero apenas había recibido esa clase de piropos por su parte.
“¡Sí, claro que voy contigo, donde sea!” pensó, pero no tuvo la fuerza suficiente como para decirlo.
-Id… es… es una locura.-dijo ella bajando la vista. Sabía que no podría ser objetiva si le miraba a los ojos mientras hablaban.
-No Mag, no es una locura… es LA locura… y necesito que estés conmigo en esto…- el chico la levantó la cara, sabía que si la miraba con la suficiente tristeza ella cedería.
-Idrik...
-Magenta Sunfor Collins, acompáñame a descubrir el mundo de los pokemon.- Idrik se arrodilló ante ella, elevando su mano y agachando la cabeza.
Maggie, en vez de colocar su mano sobre la de él, se la cogió con ambas, a modo de consolación.
-Idrik… no estamos preparados para eso…
Idrik sintió el rechazo directamente en su corazón.
-Lo sabía… -susurró.
-¿Qué sabías?- preguntó Maggie preocupada.
-Que me abandonarías, que no estarías a mi lado…- el chico cargó su mochila a la espalda, y el rattata aún en su hombro, clavó sus uñas en él para no caerse cuando giró bruscamente para abandonar el cuarto.
-Idrik…- dijo la chica.
-Da igual, sabes que no estás obligada a nada. Entiendo que no quieras venir.- el chico abandonó la habitación con determinación.
Pensaba que un rechazo le hundiría pero… por el contrario, cabreado, quería demostrarla que entrenar a su rattata por el mundo era mucha mejor vida que estar en casa, siendo mantenido por sus padres.
Maggie le vio salir… y le dolió no ir tras él… pero su madre no la permitiría hacer eso… y sin el consentimiento de su madre no solo era una locura si no… además… peligroso.
Se dio la vuelta, y vio a su pidgey, mirándola aún tumbado en la caja.
-No es buena idea Pid… quién sabe lo que podría pasarnos.
La chica se agacho a acariciarla, y el pidgey restregó su cabeza contra la mano de ella, consolándola.
-Bueno, olvidémonos del asunto… si es la vida que quiere llevar, espero que le vaya bien…- no quería convencer a pidgey, sino así misma… aunque no lo lograse… consiguió cambiar la dirección de sus pensamientos.
La chica bajó las escaleras, se dirigió al salón, y en la estantería buscó la letra correspondiente.
-Pe i… pe i…- aquí está.
Sacó un libro gordo y lo abrió, buscando cuidadosamente el nombre de su pokemon.
-Bien pidgey, veamos que aprendemos hoy. –la chica paso el dedo por encima del libro, lo paró, leyó unos segundos y lo cerró.
Se fue al jardín y pidgey la siguió.
-Bien pidgey… para empezar deberías desoxidar esas alas.
El pidgey contento empezó a batirlas con fuerza y se elevó por encima de la casa, dando vueltas por encima del tejado.
Así estuvo unos minutos, hasta que, orgulloso se posó delante de Maggie.
-Muy bien-dijo acariciándolo- ahora intentaremos controlar el viento.-dijo emocionada.
El pidgey se elevó en el sitió y empezó a batir las alas rápido. Maggie se tapó los ojos para que la arena no entrase en ellos.
Idrik salió a la calle y corrió, solo quería alejarse de aquel sitio, alejarse de sus padres, alejarse de la traición y empezar una nueva vida.
Cuando llego a las afueras del pueblo se giró y miró en dirección a la casa de Maggie, se fijó en como una ventolera la azotaba solo a ella.
-Bueno, pues si quieres entrenar a tu Pokemon aquí hazlo, yo me largo – murmuró en voz baja – Vámonos Minirat, hay una vida con la que pelear. – y dicho esto se alejaron del pueblo entrando en el bosque.
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Re: ¡¡Pokemon!! (8)
Oye a ver cuando lo continuamos, que tengo mono de seguir con Minirat, que lo hecho de menos ^^
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Miér Mayo 20, 2020 11:24 pm por Lewis
» [PM*MM]Si pudieses convertirte en una Mahou Shoujo... ¿Por qué deseo lo harías?
Dom Jul 26, 2015 12:56 am por BÚH
» School days
Dom Jul 26, 2015 12:52 am por BÚH
» Highschool of the dead (HOTD)
Dom Jul 26, 2015 12:50 am por BÚH
» ayudaaaaa....!!
Dom Jul 26, 2015 12:45 am por BÚH
» Holiiii!!!
Dom Jul 26, 2015 12:35 am por BÚH
» Another!!!
Mar Feb 10, 2015 11:46 pm por mion
» Death Note
Mar Ene 27, 2015 3:47 pm por Carmenoide
» High School Of The Dead
Mar Ene 27, 2015 3:31 pm por Carmenoide