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Un mundo de Tinieblas 2qbr449

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Mensaje por Lewis Miér Mayo 20, 2020 11:24 pm

La pala golpeaba el fondo del agujero, una y otra vez, sacando una cantidad considerable de tierra del mismo, ya tenía una profundidad considerable, y Rodran se aburría mientras miraba a su jefe bebiendo de su petaca sobre el capo del coche.

No sabía exactamente que había hecho el pobre diablo para haberle cabreado, pero su fin estaba cerca, el jefe no era de amedrentar haciendo un agujero a tales profundidades, y Rodran sabía que luego le iba tocar terminar el trabajo a él.

Pasaron unos 10 minutos más y Gericó cogió su pistola, avanzó hasta el agujero y disparo desde arriba al hombre que estaba cabando, tras esto se giro al árbol sobre el que estaba apoyado Rodran.

- Tapalo y marche... - pero no llego acabar la frase porque Rodran no estaba donde lo había visto apenas unos segundos antes.


- Bueno verás, ya he cabado demasiado y no me apetece seguir – esa voz no era la de Rodran, era la de quien debería estar muerto en el agujero.

Gericó miro al agujero y vió a Rodran en el suelo muerto y se giró rápido en dirección contraria, de dónde venía la voz con la intención de disparar, pero el cañón doble de una escopeta le apuntaba directamente a la cara.

-El pobre diablo no había hecho nada en esta nuestra desavenencia, pero si me cambiaba por el buitre que está sobrevolando vuestra tumba habría sido muy descarado ¿no crees? - la voz tenía un tono burlón.

Gericó gruñó, no sabía que acababa de pasar, pero no iba a ser derrotado sin luchar, pero antes de que pudiera si quiera mover el dedo para ponerlo en el gatillo la escopeta disparo, y con un terrible estruendo un montón de postas candentes le desfiguraron, destrozandole y perforandole cada uno de los huesos. Lo último que vió fue una cara de suficiencia de aquel que había entrado en su casa, se había acostado con su mujer y le había vacíado todo el dinero fruto de su trabajo nada honrado.

Dragor bajó el cañón de su escopeta personal, lo que hizo que el casquillo saltase fuera del tambor de revolver gigante con doble hilera de munición, preparada para disparar con el circulo de fuera de las balas por el cañón de arriba del doble cañón y con la interior por el cañón de abajo. Era un arma sencilla, pero de gran potencia, y sobre todo, era su niña bonita. Le había costado mucho hacer que la corredera de debajo del cañón hiciera girar el tambor, y más le había costado hacer que, con un único gatillo, se pudieran disparar los percutores de cada uno de los circulos de balas. Y en el de fuera metió un nuevo cartucho.

- Que pereza me da tener que taparlos por la vía tradicional, de verdad – dijo mientras cogía la pala y empezaba a enterrar los cadaveres.

Tras una hora de trabajo entro en el coche de los dos hombres a los que acaba de matar y empezó a rebuscar en los papeles que había dentro. Uno llamo poderosamente su atención, uno que estaba firmado con una imagen de un centro con una serpiente.

- Vaya, parece que he matado al secuaz de alguien tan importante que no se digna ni en poner su porpio nombre, bueno, supongo que en algún momento le llamará para pedirle lo que sea que le procure, y entonces estaré ahí para enviar a otra rata al estómago del gato.

Y dicho esto arranco y se perdió en la noche, de camino a saber dónde.

- Maldito Gericó ¿por qué cojones no me cogerá el maldito teléfono? - Ezcariel caminaba por la habitación que le servía como despacho hecho una furia mientras volvía a teclear el número en su móvil – Como no lo coja esta vez voy a acabar con esa preciosa mujercita suya.

El móvil sono una vez, dos veces y a la tercera se descolgó. Durante unos instantes solo se escuchó ruido de movimiento, roces de telas y movimientos al otro lado. Ezcariel estaba literalmente apunto de estallar cuando lo que escuchó le dejó perplejo.

- Lo siento, este móvil no es mío, me ha costado mucho descolgarlo ¿por qué demonios hay que hacer una G con el símbolo de descolgar? - la voz parecía molesta, pero no con la llamada.

- No sé quien eres, pero ponme con Gericó de inmediato – rugió con voz poderosa e intimidante el exasperado Ezcariel.

- Verás amigo, no sé quien eres, y la verdad, no sabía quien era Gericó hasta hoy, pero bueno, si me dice quien es quizás podamos quedar y me explica quien es o algo – la voz sonaba una mezcla entre burlona y tranquila, como si nada le preocupara.

- ¿Sabes con quien estás hablando? - rugió a pleno pulmón Ezcariel mientras sus ojos se tintaban de un sobre natural rojo - No te atrevas a burlarte de mí y dime dónde demonios está Gericó.

Se hizo un silencio que a Ezcariel le pareció eterno, roto de repente por un – hijo de puta mira por dónde vas – que salía del otro lado del teléfono.

- Verás amigo, me follé a su mujer y luego me lo cargué junto con su amigo, así que si me dices quien eres podré follarme a tu mujer también y después reunirte con tu amigo ¿qué te parece el trato? - La voz sono burlona, pero había un regusto en ella muy amenazante.

Ezcariel lanzó contra el suelo el móvil destrozandolo al instante. Después lanzó el escritorio por los aires. Y tras ello inspiró y expiró hondo. Gericó estaba muerto, la gente moría en la clase de trabajos que hacía, es normal. Pero había algo en esa voz, en esa amenaza velada que había tras esa voz burlona que no le había gustado nada.

De repente se abrió la puerta y una mujer entró por la puerta, iba vestida con unos vaqueros estrechos y una blusa muy suelta, con el pelo castaño recogido en una coleta y sus ojos castaños se clavaron primero en el escritorio y luego en las facciones cuadradas de Ezcariel. La mirada era de reproche y a su vez se podía percibir en ellos la preocupación.

- ¿Qué ha pasado? - Preguntó la mujer desde la puerta sin atreverse a entrar.

- Un hombre a matado a Gericó y se ha llevado su móvil, además, ha osado amenazarme ¡a mi! Quiero que encuentres a ese hombre y me lo traigas de inmediato, me da igual cuanto tardes y lo que tengas que hacer ¡pero quiero a ese maldito hijo de puta aquí de rodillas ahora mismo! ¡Me has oído Tezoana!

La mujer retrocedió dos pasos y asintió con la cabeza y salió corriendo hacia su oficina, tenía una idea de como podían encontrar al pobre desgraciado, y no le iba a gustar haberse reido del jefe, y mucho menos haberle amenazado.

En cuanto Dragor escuchó como la llamada se cortaba soltó el móvil y lo dejo en el asiento del copiloto, no tenía todo lo que quería, aun no controlaba bien el fluido de las ondas de los móviles, pero sabía que venía de alguna zona del centro, y probablemente lo estarían buscando, lo que hacía más sencillo tenerle una emboscada a los superiores de Gericó.

Aparco el coche en un parking, recogió el móvil y el papel que había encontrado con la firma del cetro y la serpiente. No sabía que clase de egolatra firmaría con semejante sello, pero probablemente uno que iba a morir pronto, así que tampoco le importaba demasiado. Salió del parking y se dirigió a la zona del centro, había convertido como siempre su escopeta en ese "inocente tronco" que hacía de llavero y el tubo de las postas en una inocente funda de móvil, nada sospechoso que pudiera delatar que era un cazador peligroso y armado.

Camino por las calles oscuras y nocturas sin mucha prisa. Ni si quiera cuando empezó a caer una fina lluvia acelero el paso, simplemente disfrutaba del paseo, vigilando las ondas de sonido, disfrutando de las difusas ondas de luz artificial que se entrelazaban en el aire y sobre todo de cada uno de los seres vivos que detectaba en los pisos. Especialmente de los seres vivos, nada le hacía más feliz que poder ver la energía que segregaban, algunas bonitas, otras feas, algunas radiantes y otras morbundas, de todos los dones que había entrenado era este último el que más disfrutaba.

De repente el móvil de Gericó sonó, veía las ondas llegar al móvil y decidió que era hora de cazar. Comenzó a subir por un canalón de un callejón con agilidad, rápidamente se colocó en el tejado de uno de un edificio y entonces vislumbró las ondas, no podía ver exactamente de dónde venían, pero si su dirección. Entonces decidió coger la llamada.

-¿Eres el tontito de antes? ¿quieres presentarme a tu mujer ya? - respondió mientras corría por los tejados en dirección a la dirección dónde venían las ondas. Pero la voz que escuchó le hizo parar en seco durantet un momento.

-No sé que clase de bar de alterne te crees que te está llamando – respondió una voz femenina – pero solo te llamaba para localizarte, ya sabes, cuanto más tiempo hable contigo más fácil me será, para así cazarte como la rata que eres.

-Verá señorita, seguro que si usted quisiera cazarme solo tendría que ofrecerme un lecho caliente y humedo – Dragor estaba cerca, lo sabía.

-A ti no te daría nada, no me relaciono con seres de tan baja estofa ¿eres un asesino a sueldo? ¿para quien trabajas? - la mujer sonaba algo molesta pero a la vez también divertida.

-Soy un trabajador autónomo, ya sabes, hay que ganarse el pan para luego poder darle a las niñas malas como tu pampam – Dragor se rió de su pripopio chiste en alto.

-Jaja, muy gracioso, me pregunto si serás tan gracioso cuando te encontremos y te hagamos tragar esas palabras, porque creeme, te encontraremos y te castigaremos por esto – dijo la mujer del otro lado segura de si misma – no tienes ninguna oportunidad contra nosotros, somos muy superiores a lo que siempre has soñado que es tener poder.

-La verdad es que si, el edificio Enderprise siempre ha sido bastante impresionante, por cierto, me gustan sus pantalones, le realzan el culo – el chico soltó una risita por lo bajo – y ahora señorita, si quiere sobrevivir le sugiero que salga de esa ciudadela de cristal, porque viene un ariete que ha tirado torres más altas – y tras esto Dragor tiró el móvil desde el tejado donde estaba y bajo hasta la calle, era el momento de liarla.

La cara de Tezoana paso de la mueca de asco que estaba teniendo a una cara de sorpresa, después otra de ira y acontinuación una temor contenido – nos ha encontrado, está aquí y viene a por nosotros – la mujer pulsó un botón de su telefono – nos ha encontrado el solo y va a saltar este lugar, no sé como lo ha hecho más rápido que nuestros hackers, pero no creo que pase de la seguridad – la mujer tuvo el acto reflejo de tragar saliva mientras pensaba para si "eso espero".

Dragor no se acercó por delante, rodeo la zona y vigilo las entradas. Un montón de personas de seguridad empezaron a moverse de un lado a otro, se organizó un revuelo en todo el edificio acristalado que disfrutó como el sonido de las hojas que son revueltas por el viento. Cuando la cosa parecia haberse calmado subió al edificio más cercano, cogió carrerilla y salto hacia la cristalera del contiguo. Pero en vez de chocar con el cristal y romperlo, lo atraveso, como si solo fuese agua, como si no hubiera nada. El chico aterrizó limpiamente en una planta llena de oficinas, totalmente vacía, no había sentimientos de ningún ser humano cerca, de echo, no había sentimientos de nadie cerca, lo cual le perturbaba un poco.

Agarro el taco de madera que llevaba en el llavero de su cadera derecha y tirando de él saco su escopeta, aun no había decidido que nombre ponerle, pero seguro que algún día se le ocurriría alguno del que se acordara más de dos minutos. Acarició la falsa funda de móvil que se convirtió automáticamente en un pequeño barril del ancho de poco más de un puño y del alto de poco más de un palmo, que iba enganchado a la izquierda de su cuerpo. Y avanzó hacía las escaleras despacio.

Llego a la puerta sin encontrarse con un alma, era extraño, tenía la sensación de que le observaban, y si, había camaras y sabía que le estaban viendo, pero no en ese sentido. Sentía un aliento ficticcio demasiado cerca de él, era molesto, mucho, y no le gustaba. Era la primera vez en su vida que se sentía relativamente vulnerable, y no entendía por qué, pero tampoco iba a conseguir nada acobardandose, así que siguió subiendo escalones hasta el último piso, y abrió la puerta de forma descarada.

Tezoana estaba estática tras su silla, mirando aterrada como aquel chaval que aparentaba no tener más de unos veintipocos años acababa de abrir la puerta como si un vaquero en el oeste se tratara. Lo había estado vigilando de la que subía por las escaleras, pero no sabía en qué momento había superado a todos los efectivos que tenía en la planta de más abajo, algo no iba bien en todo esto, y aunque había avisado al Alguacil para que viniera a matarlo, ahora estaba a solas delante de él, en la antesala del Principe de la ciudad, y no podía permitir que entrase, pero tampoco sabía que hacer. No era una guerrera, si habilidad residía en que era buena organizando cosas, Ezcariel la tenía allí porque no había que se le diera mejor dar largas a los humanos y convenciera amablemente a los de su estirpe que no deberían molestar al soberano, y no creía que su labia le fuera a sacar de esta esta vez, o quizás si. Mientras miraba a aquel muchacho le examinó detenidamente, no era demasiado alto, ni parecía demasiado fuerte, tampoco parecía exactamente el tipo de chico que ha tenido una vida llena de amor o lujuria, así que quizás solo era un héroe perdido, quizás pudiera usar esa seguridad que destilaba en su beneficio y atraparlo en sus redes para salvar a Ezcariel.

Dragor abrió la puerta y la sensación de que alguien le miraba directamente le asalto como una verdad absoluta, también percibía una sensación de terror e inseguridad y su fuente estaba muy cerca.
-Sal y no te haré daño, algo me dice que estás aquí atrapado y no porque te guste, así que sal y te dejaré marchar – la voz de Dragor sonó y retumbó en la habitación, durante un instante la sensación de quien quiera que estuviera allí se tranquilizó un poco y lo siguiente que vió fue aparecer a una mujer de pelo castaño y vaqueros ajustados a la que reconoció automáticamente como la mujer del teléfono – te dije que te fueras.

-Una no puede irse, más cuando puede conocer a alguien que puede hackear un móvil sin dar si quiera una señal de estar haciendolo, tienes talento, lo reconozco. Pero no deberías haber venido – mientras hablaba Tezoana avanzaba hacia él despacio, con movimientos lentos y seductores, era todo el plan que tenía, acercarse lo suficiente como para quitarle el arma y reducirlo, no era un gran plan, pero el único que tenía – aquí solo te pasarán cosas malas.

-A mi no me va a pasar nada malo, yo soy lo malo que va a pasar aquí – Dragor empezaba a resultarle esa mujer muy atractiva, cuanto más se acercaba más le gustaba, había algo en ella que le encantaba, pero había algo que le gustaba más que las mujeres a Dragor, y era disparar su escopeta – y eso malo le pasará si da un paso más, porque voy a apretar el gatillo y no te va a gustar.

La mujer se soltó dos botones de la blusa suelta en un antinaturalmente rápido movimiento dejando entrever sus encantos – estás seguro que me dispararías solo por acercarme a ti, que es lo que parece que quieres – la voz era sexy y provocativa, pero su ansia de salir de esta le había traicionado, y la velocidad a la que se había soltado el escote hizo que Dragor tomara una decisión rápida y disparo su escopeta contra una de las piernas de Tezoana que cayó al suelo gritando de dolor.

-Te lo advertí muñeca, deberías haberte ido – y alejandose de la que el creía una persona como él empezó a rodearla para ir directamente a la puerta.

Tezoana soltó otro gritito y se puso en pie detrás de él e intento saltarle encima en un abrazo mortal. El chico noto la intención y se giro todo lo rápido que pudo, pero ella le cayó encima, y ambos rodarón por el suelo. Los movimientos de la mujer eran demasiado rápidos para que el chico pudiera pararlos de forma eficiente y ella consigió darle un par de golpes peligrosos en la cara, pero cuando iba a intentar dejarlo incosciente se escuchó un disparo fortísimo y lo último que vió antes de que todo se quedara negro fue la mirada entre interesada y fascinada del magullado chico.

La mujer se desplomó delante de él, era imposible que nadie pudiera moverse con semejante herida en la pierna, pero mucho menos a esa velocidad, esa mujer tenía algún secreto, y pretendía descubrír cual era, si es que había sobrevivido al doble cañonazo en el pecho. Dragor movió la corredera alante y atrás otra vez haciendo girar el tambor. Era hora de conocer al jefazo.

Ezcariel escuchó otro disparo, esta vez mucho más fuerte que antes y, tras unos pocos instantes la puerta se abrió de par en par de un golpe y un joven con una extraña escopeta entro andando despacio hacia él. Tenía cara de pocos amigos y no parecía que fuera a ser muy razonable, así que el hombre se giro hacía él y le miro directamente a los ojos.

-Quieto ahí pequeño, no me apetece que me destroces el moviliario.

Dragor sintió que algo le obligaba a quedarse quieto, mirando a aquel hombre de ojos azules a los mismos sin poder quitar la mirada, de repente notó que nunca se había enfrentado a semejante monstruo. Fuera cual fuera el poder que ese hombre había desarrollado estaba claro que era mezquino y claramente aberrante, algo que no podía permitir que existiera.

-Eres muy intrigante, de verdad, has llegado hasta aquí, sin apenas gastar balas, has derrotado a uno de los nuestros solo con un ojo morado y eso es muy fascinante – el hombre se empezó a acercar a él despacio – me llamo Ezcariel, y voy a enseñarte a respetarme, te obligaré a hacer el trabajo que... - pero sus palabras se ahogaron en un disparo de escopeta que le había golpeado con fuerza en el pecho haciendole retroceder dos pasos.

-Lo siento gilipollas, pero no he venido hasta aquí para ser el titere de un sorbe glandes, he venido aquí a matarte – dijo Dragor mientras apretaba el gatillo hasta el fondo disparando el otro cartucho haciendo retroceder a Ezcariel.

-¡Maldito humano endemoniado! – el hombre, que era alto en comparación con Dragor se irgió todo lo posible mientras gritaba esto y un aura de horror junto con sus ojos rojos y sus colmillos extendidos dejaron clara su naturaleza Vampírica.

Dragor bombeo la corredera mientras el hombre gritaba intentando intimidarle, pero nada más lejos de la realidad apretó el gatillo hasta el fondo, disparando los dos cartuchos de postas al mismo tiempo, pero esta vez lo acompañó de una sola y única palabra "Ignis" y cuando las postas impactaron contra el ser del averno estas estallaron en llamas, haciendo que Ezcariel gritara de dolor y corriera sin control hasta chocar contra la venta, romperla y caer 14 pisos hacia el vacío.

Se abrió la puerta del ascensor y un hombre de pelo rubio y revuelto con un abrigo largo entro corriendo y se arrodillo al lado de la mujer que había derribado antes y se fijo en Dragor.

-Alto ahí – grito mientras sacaba una pistola.

A Dragor ya no le quedaban ganas para luchar, tenía demasiadas cosas que asimilar y sabía que la realidad le iba a golpear fuerte de vuelta, así que simplemente corrió hasta el agujero en el cristal y salto. Justo antes de tocar el techo del edificio desde donde había saltado antes, disparo hacía abajo mientras decía "Volant" y se deposito con cuidado en el suelo y corrió dentro del mismo.

Esto fue visto por el hombre de pelo rubió, que se fijo en un cuerpo en llamas en el suelo y simplemente murmuro – oh no – y salto al vacío.



Lewis
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